El coronavirus cambió la vida de todos. Nada será igual una vez que esta pandemia quede atrás. Reportes diarios de salud y términos como Covid-19, positivos, distanciamiento, aislamiento, cuarentena, recuperados y fase, entre tantas otras, se sumaron para siempre a nuestro vocablo.
Sin embargo, hay un lado B del cual casi nadie habla. Lo invisible del Covid. Se trata de algo que atraviesa a la enfermedad, pero a la vez la trasciende. Que quedará dentro de cada uno de los seres humanos, aún cuando una hipotética vacuna resuelva la crisis.
El sufrimiento, el desconcierto, la angustia y el miedo son estados de ánimo cada vez más comunes en estos tiempos. Para ayudar a combatir y erradicar eso, existe una red de profesionales de la salud que se dedican, por vía telefónica y de forma gratuita, a escuchar y acompañar a aquellas personas que lo precisan.
"Es la parte del Covid de la cual no se habla", plantea a LA NACION Juan M. Llapur, vicepresidente del Hospice Buen Samaritano, voluntario en cuidados paliativos y uno de los coordinadores de Acompañar Red de Escucha Compasiva. Y agrega: "Todos los días escuchamos las cifras de los contagios, de recuperados, de muertos, de fechas de vacunas posibles, pero del sufrimiento, no".
-¿Quiénes conforman esta red?
-Acompañar es un grupo de más de 100 profesionales de la salud, psicólogos psiquiatras, especialistas en trauma y voluntarios, formados y con muchos años de experiencia en acompañamiento de personas con una enfermedad grave y sus familiares. Desde hace meses, se vienen preparando para este momento, para estar cerca de quienes se sienten solos.
-¿A cargo de quién está la iniciativa?
-A cargo de integrantes de equipos interdisciplinarios de cuidados paliativos y hospices. Quienes tienen la experiencia para abordar a personas con una enfermedad muy avanzada, y en el final de la vida. Experiencia con aquellos pacientes para los cuales no hay un tratamiento curativo. Aparentemente, desde la medicina no queda nada por hacer, pero desde la filosofía de los cuidados paliativos hay un montón: aliviar los síntomas, acompañar, escuchar. Darle calidad a ese tiempo de vida y ayudar a hacer ese último momento tan vivible como todos merecemos.
-¿Cuál es la preparación de ese equipo?
-Ellos están acostumbrados a trabajar con el sufrimiento, el desconcierto, la angustia, el miedo y todo lo que se sufre cuando uno está amenazado por una enfermedad que no tiene cura. Que es muy parecido a esa cara invisible que trajo el Covid. Porque tanto el que está contagiado como el que no, y también los profesionales de la salud, todos entramos en un mismo nivel de vulnerabilidad y amenaza. Todos tenemos al menos un poco de miedo. Es la primera vez que eso que sufre el paciente también lo sufre el profesional que lo atiende.
-¿Cómo observan este contexto?
-La sensación es que el sistema se preparó para un tsunami sanitario. Pero no se preparó para el tsunami de sufrimiento. En algún momento habrá una vacuna, pero el sufrimiento va a quedar. Lo que se llama "duelo patológico", que es acerca de alguien que no pudo ser despedido como corresponde. Porque pasa eso: los dos mayores miedos de las personas son la soledad y la muerte. Y el Covid te condena a morir solo.
-El que ingresa a terapia intensiva deja de tener vínculo
-Si. Quedas aislado por completo. En internacion en piso tambien. Si te internan como sospechoso, tambien. O mismo en algunos casos otras patologías también. Se restringe mucho la visita. Ni hablar de los casos más graves con Covid, donde probablemente estas semanas o días sean sus últimas semanas o días. También en soledad, sin contacto, sin poder comunicarse, sin la oportunidad de hacer un cierre, de despedirse. Nadie debería morir solo.
-A lo sumo, con un contacto tecnológico
-Si está el recurso y la predisposición sí. Con el tiempo se fue incorporando la posibilidad de que los equipos cuenten con una tablet o un celular para mantener al paciente comunicado.
-¿Qué pasa con aquellos que no se contagiaron?
-En realidad todos vivimos con un nivel grande de angustia, amenaza, estrés. Y es algo de lo cual no se habla y está bueno que se empiece a hablar. Porque como todo en la vida, si no lo hablás, lo cargás. Los equipos de salud también sufren mucho. El miedo al contagio, a contagiar a un familiar, el estrés constante que impone el manejo de los equipos de protección personal, los protocolos que cambian continuamente, la amenaza de tener que asignar recursos escasos: tener que elegir a quien curar y a quien no, una realidad de la que no estamos lejos.
-¿Cuándo vieron venir este tema?
-En marzo. Entonces se armó una red de acompañamiento telefónico con distintos equipos del mundo de cuidados paliativos y del mundo hospice. Nos unimos de forma voluntaria, tanto los profesionales como los que veníamos trabajando con esto de manera voluntaria.
-¿Qué es un hospice?
-Un hospice es una institución que se ocupa de personas en fin de vida, las cuales ya no tienen tratamiento curativo. El hospice se ocupa de la última etapa de una persona con una enfermedad terminal. Con una mirada interdisciplinaria, holística, donde se atienden todas las dimensiones de la persona y no solamente la física. Se resuelve el síntoma y el dolor, y después se trabaja sobre lo espiritual, sobre lo psicológico, lo trascendental, lo social. Se tratan de generar las condiciones para que vayan resolviendo todas esas cosas que por ahí uno tiene pendiente cuando se le cruza una situación amenazante, como puede ser una enfermedad grave, permitiendo hacer un cierre de la vida. Recomponer un vinculo con un ser querido, pedir perdón, agradecer. Despedirse y prepararse para dar ese paso trascendental que es el proceso de morir. Que nosotros vemos como un proceso natural.
-¿Y eso lo trasladan a este contexto?
-Toda esa experiencia y formación que tenemos para acompañar a personas en situación de fin de vida hoy cobra muchísimo valor en esto invisible, esta cara B del Covid, que es el sufrimiento. Hay un médico que está atendiendo a un paciente. Uno teme morir y el otro teme contagiarse. Y eso que puede ser un puente, unirse en la vulnerabilidad, al no hablarse se convierte en una barrera.
-¿Esta red como trabaja?
Hay varias redes de profesionales y voluntarios que en forma gratuita ofrecen su tiempo a pacientes, familiares y mismo a profesionales de la salud. Una de esas redes surgió desde un gran grupo de equipos de Cuidados Paliativos y Hospices de nuestro país. ¿Por qué desde los Cuidados Paliativos? Porque una de sus fortalezas es la compasión: animársele al sufrimiento ajeno con la firme voluntad de aliviarlo. Eso impone poder ver todas las dimensiones de las personas en donde hace pie el sufrimiento: la dimensión espiritual, la emocional, la social y la existencial.
-Todo unido en una gran red
-Exacto. La red "Acompañar de Escucha Compasiva" ofrece acompañamiento y escucha atenta, gratuita y en forma telefónica a aquellas personas que, como consecuencia de esta pandemia, estén necesitando apoyo, acompañamiento, o simplemente alguien con quien hablar o desahogarse.
-¿Quiénes son los más vulnerables?
-Estamos todos atravesados por esto. Estamos todos en un pie de igualdad de vulnerabilidad. En alguna medida a todos nos vendría bien estar acompañados. El tema del aislamiento no es normal. Es una realidad que todo lo que estamos padeciendo tiene cola y tendrá consecuencias. Y si uno lo empieza a visualizar, identificar y verbalizar cambia la perspectiva. Se aliviana mucho la mochila cuando se puede empezar a hablar, contar lo que te pasa. Y nuestra tarea es, mínimamente, escuchar y acompañar. "Ya no estás solo". La devolución sana y objetiva es muy valiosa. Pero antes que eso, lo más importante es la escucha. Atenta, empática, compasiva. Que lo primero que hace es aceptar lo que le está pasando al otro. Es reconocer esa vulnerabilidad como algo lógico y aceptable.
Por: Pablo Lisotto
Para: La Nación
Link original de la nota: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/tsunami-sufrimiento-como-combatir-lado-b-del-nid2397126
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