Durante agosto pudimos concretar dos obras importantes que ayudan al funcionamiento de nuestra casa en Pilar.
La ampliación de la capilla y la pavimentación de la entrada principal fueron las dos obras llevadas a cabo por los voluntarios y voluntarias del Hospice. Ellos se dedicaron durante agosto a coordinarlas, planificarlas y ejecutarlas, y ayudar de esa manera a brindar un mejor cuidado, integral, profesional y humanizado.
Para muchos de los huéspedes y sus familiares, el ingreso a nuestra casa puede resultar desafiante desde un punto de vista espiritual. Llegan con miedos, incertidumbres y, a veces, con algo de tristeza por dejar sus casas. Por ello, constantemente buscamos formas de reforzar el clima de hogar que se vive en el Hospice.
La obra correspondiente a la entrada principal de la casa no fue solamente un paso material que posibilitó un mejor y más fácil acceso, especialmente para aquellos que llegan en silla de ruedas, sino que también representa nuestro modo de recibirlos: sin obstáculos.
Uno de los lugares más importantes de la casa es la capilla. Allí se ora, se está en paz, se conversa con Jesús, se aprende de Él. Semanalmente, se proponen momentos de adoración.
La ampliación de la capilla y de la sacristía surgió del deseo y de la necesidad del área de Pastoral de contar con un espacio prolijo y limpio para el guardado de los materiales.
Durante todo un sábado, cuatro voluntarios (foto) donaron su tiempo y pusieron sus dones y talentos al servicio de la construcción ¡Gracias!
Sin duda alguna, ambas obras no pudieron haberse realizado sin el apoyo incondicional de cada uno de nuestros donantes y voluntarios, quienes consiguieron el apoyo material, monetario y humano necesario.