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Jornada Mundial del Enfermo: Un día para renovarnos en el cuidado Hospice

Cada 11 de febrero, la Iglesia Católica conmemora la Jornada Mundial del Enfermo, instituida por San Juan Pablo II en 1992. Como hace ya varios años, en el Hospice Buen Samaritano celebramos la Santa Misa junto a nuestra comunidad y encomendamos a Jesús el cuidado de cada uno de nuestros huéspedes.


En una carta que escribió en los primeros días del pasado enero con motivo de esta Jornada, el Papa Francisco llamó a ser solidarios con quienes sufren a las instituciones que se encargan del cuidado de las personas y que acompañan en los momentos de enfermedad, y también a todas las personas y gobiernos.

Poli Menéndez, co-coordinadora del área de Pastoral del Hospice Buen Samaritano, resaltó el impacto y la importancia que se le da a esta jornada tan especial en nuestra Casa: “a nosotros, de manera particular, nos toca muy de cerca, muy profundo. Nos impulsa y nos renueva el deseo de cuidar más y mejor a los que más sufren. Es muy bueno que esta jornada se celebre a principio de año, porque nos da un impulso extra, nos marca el rumbo. Como dice el Papa, nos permite ser claraboyas”.

Precisamente, el lema elegido por el Papa Francisco para la Jornada 2020 fue “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, que yo los aliviaré” (Mt. 11, 28). Esta jornada es, en definitiva, una invitación de Jesús para todos aquellos que están afligidos y agobiados a encontrar en Él el descanso necesario.

“La Iglesia desea ser cada vez más -y lo mejor que pueda- la “posada” del Buen Samaritano que es Cristo (…). Sean ustedes “claraboyas a través de las cuales se pueda mirar el horizonte más allá de la enfermedad, y recibir luz y aire puro para vuestra vida”.

Las palabras de Francisco resuenan como un eco profundo en los corazones de cada persona que forma parte del Hospice. Voluntarios, enfermeras, médicos, equipo administrativo, donantes y familiares.




Continúa Poli: “Como Hospice, queremos ser esa casa que cuide a quienes están transitando el final de la vida. Queremos ser la casa del Buen Samaritano, donde cada sufriente pueda encontrar una familia, una solidaridad especial, el amor. Personas que puedan acompañar y aliviar el dolor físico y emocional”.

En la Santa Misa ponemos en las manos de Jesús no solamente a quienes han pasado por nuestra casa y los distintos programas, sino también a todos los hombres y mujeres del costado del camino que llegarán a nuestras puertas este año.

“Es muy importante celebrar esta Misa porque nos renueva en la misión que tenemos. Además, pedimos a Jesús y a María para tener el gesto, la palabra, la mirada oportuna, que sabe sanar, cuidar, amar, como Jesús lo hace. Les pedimos que podamos tener la fuerza para ofrecer alivio a los afligidos”, terminó Poli.

La Misa fue celebrada en el living de nuestra casa, por el padre Federico Pinto, sacerdote de la Sociedad San Juan y contó con la presencia de docenas de miembros de nuestra comunidad.

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