Matías Najún, fundador y presidente del Hospice Buen Samaritano, fue entrevistado en el programa “Mejor hablar de ciertas cosas”, emitido por Radio 10. Habló sobre el tiempo que dedicamos a los otros, las despedidas amorosas y un buen final.
Les compartimos fragmentos de la entrevista realizada, la cual pueden encontrar de forma completa ingresando aquí.
Nos cuesta hablar de la muerte, ella nos paraliza, le tenemos miedo al deterioro físico. ¿Cómo se ayuda a caminar el último trecho?
Lo primero es reconocer que la muerte es parte de la vida, hay que animarnos a hablar de esa parte sustancial. Hoy se le tiene mucho miedo al sufrimiento, a lo desconocido; el primer paso es animarnos a integrar la muerte. En la medida que yo pongo sobre la mesa muchas cosas de la vida, a medida que me animo a mirarlas de frente, puedo afrontarlas. En general, evitamos hablar de las cosas que no podemos controlar y la muerte queda afuera de la agenda, obviamente.
En el Hospice Buen Samaritano reciben a personas que saben que van a morir. ¿Cómo llegan esas personas?
Me voy un paso anterior, para introducir una realidad dentro del área de la salud que son los cuidados paliativos. A la sociedad le cuesta hablar de esto, pero a los médicos también, no se los entrena para esto. Les clave el equipo de cuidados paliativos, que se dispone a cuidar y a estar a la altura de la circunstancia en esos momentos de la vida. En ese sentido, nuestro Hospice, es una casa para alojar a personas en situación de pobreza y con una enfermedad avanzada, llenos de incertidumbres, con vulnerabilidad. La gente llega sufriente, sintiendo que molestan, desesperanzados, pensando que nadie los va a cuidar y, muchas veces, sin siquiera saber qué tienen. Y llegan al Hospice, un lugar que los está esperando por su nombre, como huéspedes, para hacernos compañeros de camino durante ese tiempo, un tiempo que nuestro equipo se encarga de llenar de vida.
¿Qué cosas pueden sanar en una persona cuando tienen días o semanas antes de morir?
Muchas veces se entiende al Hospice como un grupo de personas que acompaña a morir, pero nosotros acompañamos a vivir hasta el final. Trabajamos para que la gente muera sana. Lo primero que tiene que pasar es aliviar los síntomas que las personas traen. Una vez que diste ese paso y que las personas tienen en quién confiar, empieza el camino de releer la propia vida, reencontrarse con sus vínculos, animarse a pedir perdón, mirar para los costados, para adentro y para arriba. Ahí empiezan a moverse fichas que los ayudan a vivir hasta el final.
¿El encontrarse con las familias es algo vital en ese momento de la vida?
Como seres humanos, lo esencial pasa por nuestros vínculos, por nuestras relaciones. En el final de la vida, una de las cosas más importantes son los afectos. Las personas se arrepienten no por haber viajado poco, sino por haber tenido poca sobremesa, pocas conversaciones, poco tiempo compartido con los seres queridos. A veces, en un mes se reconstruye, se revive, una vida. Esa es la maravilla de animarse a mirar de frente.
¿Hay estadísticas de cuántas personas reciben este cuidado que les corresponde?
Debemos decir eso: este cuidado es un derecho. Lamentablemente, se estima que solo una de cada diez personas recibe este cuidado. Es decir, que mucha gente está sufriendo injustificadamente, no accede al alivio de los síntomas, a hablar las cosas, a estar bien acompañada, a tomar decisiones. Es importante que la gente lo sepa para que pueda exigir este derecho.
En el Hospice Buen Samaritano trabajamos para acompañar a vivir hasta el final. Eso es gracias a las empresas, voluntarios y donantes particulares que nos brindan sus generosas donaciones. Para ayudarnos, pueden donar desde $500 ingresando a www.buensamaritano.org.ar/donar.
Comments