Junto a huéspedes, voluntarios, enfermeras y miembros de nuestra comunidad, llevamos adelante distintas actividades cada día para unirnos espiritualmente a Jesús durante la Semana Santa.
“Para quienes formamos parte del Hospice Buen Samaritano, la Semana Santa toma un valor trascendental. Nuestro modelo es Jesús, pero a su vez es a Él a quien cuidamos y acompañamos a vivir hasta el final. Por eso, estos días están llenos de un significado profundo para nosotros, porque nos ayuda a entender mejor lo que significa ese acompañamiento, esa escucha, ese amor”, cuenta Dolores Barbe, coordinadora del área de Pastoral.
El jueves celebramos la última Cena y el lavatorio de los pies. Realizamos la lectura del día en comunidad, acompañada por cantos, para finalizar, como Jesús, lavándonos los pies unos a otros. Pero, más importante aún, pudimos llevarlo adelante con los huéspedes que estaban en nuestra casa.
Como solemos decir, el final de la vida requiere más que buena medicina, requiere humanidad. “Muchas veces, los huéspedes llegan a nosotros con problemas afectivos y de cariño, de amor que llene sus corazones”, dice Dolores. “Lavar sus pies tiene el significado de estar a su servicio, de que nada puede hacer que se los cuide menos, que se los acompañe menos”.
El día viernes, día de la muerte de Jesús, rezamos el Vía Crucis, o Camino de la Cruz, uniéndonos a Su sufrimiento y reflexionando sobre Su entrega por cada uno de nosotros. Al igual que en el Calvario, esta celebración la realizamos a las 3 de la tarde.
El Sábado Santo suele ser un día de espera confiada y así lo vivimos en nuestra Casa. En la Capilla de nuestro Hospice, nos juntamos -respetando los protocolos vigentes para cuidar y cuidarnos- a rezar el Rosario de los Dolores de María, meditando sus sufrimientos y su esperanza que no fue defraudada.
Esperamos que toda nuestra querida comunidad haya tenido una fecunda Pascua.